domingo, 2 de marzo de 2008

Noches como las anteriores, senti el ultraje de estar vivo.
Senti la falacia tan verdadera como el amor, quien me llamaba desde los rincones de ese oscuro bar.
La sangre derrochada de tanta friccion, convoco a las almas ajenas a iniciar un rito de violencia que solo llevo a la nada. Y mientras yo seguia a diez mil revoluciones por minuto, senti cuan idiota fui, cuan iluso pude llegar a ser.
Mas tarde, pero dentro del mismo segmento nocturno, me inicie en un viaje mental hacia lo mas profundo de la crisis. Pude verme al borde del suicidio, casi gritando como si me hubiesen arrancado un organo de mi cuerpo. Llore como niño al que le han sacado un dulce.
Siento ganas de no volver a amar, ganas de ser como mi amigo, el viento. Dueño de sus cosas, sin que nadie las cuestione.