viernes, 11 de enero de 2008

El hombre de polvo.

-¡Pero que hermosa noche, me trajo esta noche!, me afirme casi con certeza.

Posaba sobre aquella desteñida terraza de mi hogar, mientras miraba cada estrella. Parecían focos encendidos, algunos mas pequeños, otros mas distinguibles; otros que parpadeaban al unísono con mis pensamientos, formando una hermosa armonía.

Lo curioso fue, que en aquella noche, un gato apareció por la espalda. Un felino totalmente blanco, caminaba con convicción, en el sentido contrario de las agujas del reloj. Yo, sentado en el medio del círculo que este gato creaba con su recorrido, lo mire prevenido. Dicho animal, común y corriente, resalto mi noche de estrellas linternas.

Pensaba en que ese gato quizás me conocía. Quizás ese gato era simplemente lo que es…un gato.

Pero, no se en que momento, el gato se hizo polvo… ¡Se lo llevo el viento!

Rápidamente, seguí el rastro de ese polvo, que inmediatamente quedo imperceptible desde el punto donde aquel felino estaba parado.

Quede shockeado. No logre entender lo que sucedia. En ese instante, el polvo reapareció. Fue una unión mágica, y volvió a verse el polvo del felino.

Mientras seguía interrogándome si acaso poseía yo algún estado de alucinación, el polvo, como un rebelde remolino, se empezó a expandir. Pego estirones tan rápidamente, que cuando me di cuenta, mi campo de visión, era todo polvo, y me imposibilitaba ver bien.

El polvo, después de remolinarse un largo rato, comenzó a generar una forma fantasmal, casi humana diría. Yo estaba aturdido en mi interior: no comprendía nada realmente. Primero fue un gato, que luego se hizo polvo, para luego desaparecer y aparecer, formando la forma de un cuerpo humano.

El “cuerpo”, me miro con sus ojos arenosos. Sentia su mirar en mi cuerpo. Luego, misteriosamente, me hablo. Me contó quien era. Me dijo que venia de un lugar que el solo conocía, a cambiar mi vida. Yo lo escuchaba, pero mi concentración estaba en otra cosa: en la nada. No entendí por que un “hombre hecho de polvo” me había venido a hablar.

Respire profundo, y decidí darle rumbo a la “conversación” con dicha persona.

Me dijo nuevamente, quien era. Se llamo a si mismo, Marsis, y comento que venia de un lugar imposible de imaginar para un ser humano, al que denomino como “inferior”.

Dio a entender, que su realidad, no sea quizás más compleja que la nuestra; simplemente, es distinta, y sin estar en ella, es imposible avanzar sobre la comprensión de dicha realidad.

Me dijo que me había venido a hablar. Espere su discurso, el cual supuestamente, me “cambiara la vida”.

Pero de repente, me dijo: “Mi visita concluye aquí”

-¿Pero…?

-Hasta luego.- y se quebró en polvos.

Pasaron horas, y entendí cual había sido el mensaje. Lo había entendido todo. Y me había cambiado la vida.

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