Un sueño perfecto,
embotellado casi hasta la nuca,
una espuma que llama al silencio,
que señala el juicio de la fortuna.
Un termo de ilusiones,
con hielos de colores,
llaman a la fiesta inadvertidos,
como un grupo de amigos unidos.
Sospecho de esas abejas,
que se rien del dolor ajeno,
¡estupidas ellas, todas!
y lo vuelven a hacer de nuevo...
Loca suerte la del destino.
( ¿o acaso, loco destino el de mi suerte? )
llamandome desde aquel vertice,
imperceptible, de escala de grises.
Molecular e intocable,
sonrisas de antaño,
llaman a un futuro posible,
a una fiesta en el pantano.
jueves, 13 de diciembre de 2007
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